Muchas veces he creído que las mejores cosas de la vida pasan gracias a que nos dejamos dominar por nuestras tentaciones, por nuestros deseos más profundos.
Claro que la vida no es sencilla y menos en este aspecto. Miles y miles de años de cultura nos han alejado en cierta forma de estos placeres. Tampoco me quejo de eso, después de todo, la cultura nos permite disfrutar de otros placeres, tal vez no tan gloriosos; sin embargo, pueden ser un placebo de lo "otro", pero son placeres al fin.
El tema es que a veces nos podemos ver, como si estuviéramos montando un doble espectáculo, como si la misma razón que nos aleja de determinadas cosas, debemos usarla en determinados momentos, para poder acercarnos a lo "prohibido".
Supongo que es por eso que parecemos tan complicados, pues civilización e instinto no van de la mano; pero nos aferramos en que todo cierre y tenga sentido, cuando, por definición, nunca la podrá tener.
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